Premio Tarazona y el Moncayo: Fernando Esteso – Toda una vida arrancando risas

Desde que era pequeño, todo el mundo tuvo claro que aquel chaval valía. Valía para cantar, igual fuera una jota o lo que hiciera falta, valía para bailar y sobre todo, valía para hacer sonreír a la gente e incluso para arrancarle una espontánea carcajada. Su apellido, Esteso, era sinónimo de arte, porque en la familia ya había unos cuantos artistas. Era como si estuviera predestinado a no bajarse de las tablas desde que empezara muy pequeñito, allá por la Magdalena, en los Amigos del Arte. Nuestra amiga común, la inefable Corita Viamonte, me lo ha recordado numerosas veces.

A los 19 años ya andaba por Madrid abriéndose camino en lo que antaño se llamaban “variedades”. Tendría unos 25 cuando me fijé por primera vez en él, partiéndome de risa con su famoso anuncio del coñac La Parra –ya saben, el que lo bebe la agarra- viendo la tele, la única que había. Fue tal el impacto, que la primera vez que pisé Madrid fui a la sala Lido –la que luego sería tristemente recordada como Alcalá 20 y su pavoroso incendio- solo porque le vi anunciado en el programa. Al poco, formó compañía de revistas y contrató nada menos que a una prometedora
vedette, que resultó ser Norma Duval. No tenía mal ojo nuestro paisano.

En el teatro fue nuestro hombre una absoluta primera figura, recorrió España al frente de numerosos espectáculos, y todo ello ya le hubiera bastado para figurar en los anales del mundo del espectáculo, pero hete aquí que el cine llamó a su puerta, que los tiempos estaban cambiando y se podía hacer un cine más pícaro, y que por el camino se encontró con otro fenómeno llamado Andrés Pajares, y aquello culminó con una racha de éxitos, solo comparable a la alcanzada años antes por nuestro querido paisano Don Paco. Rodó muchas películas Fernando Esteso, algunos dirán que demasiadas. Cuestión de opiniones. Lo cierto era que su cine, sencillo, directo, eficaz, servido por el talento innato de nuestro paisano, era una mina. Y el cine, no nos olvidemos, es por encima de todo una industria.

Fernando nos hizo reír, buen número de sus películas han aguantado dignamente el paso de los años, resulta casi imposible no revisar nuevamente “Los bingueros”, por poner un ejemplo, y no echar unas risas. Como resulta imposible no echarlas viéndole actuar en directo, con su innegable talento para las imitaciones y su habilidad para dejar caer los chistes.

Servidor le ha visto bastantes veces en público y nunca me ha defraudado. Y servidor fue feliz, como creo que él también, cuando le vio haciendo un papel alejado de su estereotipo en la excelente “Incierta gloria”, del tristemente desaparecido Agustín Villaronga. Que un festival dedicado a la comedia reconozca su carrera estimo que es más que procedente. Su currículo ahí queda, como queda su contribución a la industria cinematográfica de nuestro país. Y por si fuera poco, es paisano nuestro.

Fernando Gracia