Premio Tarazona y el Moncayo: Pedro Casablanc – La invitación continua al terreno del actor

La presencia escénica es un grado aunque, ojo, muchas veces es un don y ya está. Pero claro, hay que saber respirar, moverse, ser orgánico, y mueble también cuando se necesita. Pero la máxima sabiduría y gracia de un actor o actriz corresponde al conocimiento de la máscara, de saber enrocar cuando corresponde, con finura o brusquedad, las dos caras de la vida, tragedia y drama, que muchas veces son la misma cosa, pues todo depende del punto de vista de la persona, de cómo se lo toma… y del espectador.

Por ello, tener entre nosotros a un monstruo de la interpretación desde el primer segundo como Pedro Casablanc, es cosa mayúscula. Porque, sea por risa o sea por miedo, con este señor actor claramente te pones a temblar y, además, te atrapa. No es necesario que alinee su mirada y sus objetivos con el que esté sentado en la butaca. Si PC te escaneara con su presencia, ya estarías en la cuarta pared o quinta dimensión de este maravilloso desasosiego.

Celebremos pues la vida —y lo que exista de verdad— en este espacio lírico que anima el acting de don Pedro. Disfrutemos y aplaudamos dichosos de encontrarnos con las raíces de tal sabiduría. Profesor Casablanc, la presencia escénica y su inquietud hecha sombra. Las dos caras de la moneda, la poética de la risa y la dramática de una tragedia. Un absoluto maestro en mostrar esos mundos morales a partir de sus rotundos papeles a la deriva, porque PC es la continua invitación al espectador al todopoderoso terreno del actor.

Carlos Gurpegui