Petra Martínez, Premio Tarazona y el Moncayo

Un gran clima en cada interpretación

Ser doña Fina hace que pueda meterse en nuestras casas siempre que quiera. A la hora que se le antoje y para lo que guste. Es una más, una de los nuestros. Del teatro independiente Tábano hasta en La que se avecina, serie a la que se incorporó en su octava temporada como personaje fijo y, de ahí, sin parar. La mala educación y La noche de los girasoles son dos de los trabajos con más proyección de esta grande de la escena española. En 1985 fundó la compañía Uroc Teatro junto a Juan Margallo, con piezas teatrales como La mujer burbuja, Para-lelos, Reservado el derecho de admisión o Clasycos.

Muy pocos actores repiten con Jaime Rosales. La gran Petra Martínez lo hizo en la mejor película del pasado año, Petra, como su nombre. Antes ya estuvo en la premiada La soledad. Biznaga de Plata en Málaga a la mejor actriz por el cortometraje Libre directo, y tres Premios de la Unión de Actores: por este protagonista en La soledad —tremenda, vulnerable, humana—, y su secundario en la serie Herederos en 2008; y cuatro años más tarde, Mejor actriz de reparto de cine por Mientras duermes, brillante y hitchcockiana hasta la médula, o cómo manifestar todos los paseos del alma en el paisaje de sólo un rostro, desnudo y sin máscara, y sin efectos especiales.

Qué sabia la mano de interpretar que utiliza Petra, que consigue crear todo un gran clima en cada una de sus interpretaciones, una conexión única, diferente en cada papel, atmosférica y profunda. Natural y sencilla cuando procede, suave y humilde, con esa manera única que tiene al mirar, sincera, adelantando los pasajes a la acción más recóndita de cada trama. Y también, con su encanto y humor, haciéndonos reír. Y soñar muy alto.

CARLOS GURPEGUI